Los fenómenos de la globalización han hecho que los cambios sociales en estos últimos tiempos sean vertiginosos: las configuraciones familiares cambian, emergen otras formas de vida, otros intereses, diferentes culturas conviven por fenómenos como la inmigración... Todo ello desemboca en que los niños y jóvenes contemporáneos no formen un grupo homogéneo.
La única institución legitimada para desplegar los valores educativos es la escuela. Sin embargo, actualmente ésta está sobrecargada de funciones, la profesión docente está desdibujada en múltiples tareas y generalmente los valores que se pretenden impartir chocan frontalmente con los que implícitamente propone la sociedad.